Los
niños deben sentir la necesidad y el deseo
de estar limpios. En los momentos en que realizamos las tareas de
higiene para ellos podemos transmitirles nuestros mejores deseos, son momentos
en que ellos notan nuestra atención y en la que les transmitimos nuestros
sentimientos. Cuando cambiamos un pañal no debemos hacerlo de manera mecánica,
nuestros gestos, nuestras expresiones son importantes para ellos ya que nos
permiten comunicarnos con ellos y expresarles nuestro afecto. El niño aprenderá
nuestros afectos si se los vamos transmitiendo en multitud de situaciones que
surgen a lo largo del día.
La
higiene implica la limpieza de todo el cuerpo, especialmente las manos, cara y
genitales, por ser las zonas más expuestas a infecciones. Debemos tener en
cuenta que desde pequeños tenemos que transmitirles la necesidad de estar
limpios para sentirse alegres y cómodos, poco a poco hay que ir creándoles el
hábitos de limpiarse, de realizar estas actividades (limpiarse las manos, cara,
nariz, dientes, etc.). En la medida en que les vayamos implicando se irá
desarrollando su autonomía.
En
el desarrollo de su autonomía es necesario darles oportunidades para que vayan
haciendo cosas como secarse las manos, limpiarse la nariz y luego dejar los
materiales utilizados en su lugar correspondiente, no debemos olvidar que el
momento del aseo no es un momento de juego.