jueves, 13 de abril de 2017

El juego

¿Cómo se descubre tu hijo a sí mismo, primero, y el mundo después? ¡Jugando! Como un atleta, ejercita el cuerpo mientras juega, y también desarrolla su cerebro, afina su inteligencia… Jugando, forja su personalidad. Jugando, aprende, y paso a paso, inaugura su vida social…El poder del juego es, sin duda, formidable. (Regina Robertson)

            Los niños recién nacidos no saben jugar pero poco a poco la madre/el padre inician esos jugueteos y caricias que dan pie a desarrollar sus movimientos y a desarrollar sus capacidades físicas y afectivas. Muchos animales inician su relación con sus cachorros jugando (león, perro, etc) despertando en ellos los deseos de comunicarse, moverse y relacionarse jugando. Nuestros hijos también aprenden jugando, esas primeras caricias, cosquillas, gestos son los primeros estímulos que les damos para que se muevan y se relacionen.

            Los niños, desde pequeños, por medio del juego desarrollan su percepción, se descubran a sí mismos, las partes de su cuerpo y se van dando cuenta de sus límites. En este descubrimiento el niño pone todos sus sentidos como medio de captar información de lo que le rodea. Los primeros juegos son los primeros ensayos de control sobre sí mismo, aprender a usar su cuerpo, a coordinar sus movimientos, a controlar el equilibrio y a moverse por este mundo. El lenguaje se basa también en el movimiento y el control motriz fino y grueso le proporcionará el desarrollo del cerebro.

            No debemos olvidar que jugando aprendemos las cosas que nos gustan y las que nos desagradan y esto lleva a los niños a aprender a tomar decisiones en lo van a hacer en cada momento. El juego influye en la creatividad y en el desarrollo verbal. Jugando aprende a relacionarse, a dar y recibir, a ganar y perder y a respetar poco a poco las reglas de comportamiento sociales.

            Cuando el niño juega abre el apetito, desarrolla la capacidad de concentrarse, está alegre, disminuyen los nervios y duerme mejor.

Etapas del juego

            -Hasta los dos años el niño no juega con otros, lo hace con los padres o con él mismo.
        -En torno al primer año empieza a imitar lo que hacen los demás. Es muy importante darle buenos modelos porque nos imita a los adultos (habla por teléfono, da de comer a los muñecos, reprende a los muñecos, ”fuman” con un palo,  conduce usando una silla u otro objeto, etc). “Ojo”, reprenderles es fácil. Lo que debemos hacer es predicar con el ejemplo.
            -Alrededor de los dos años empezará a interesarse por lo que hacen otros niños, empieza a descubrir al otro. Al principio no le hace gracia compartir sus cosas con otros niños. Pero las personas somos seres sociales y pronto empiezan a lanzar objetos a los que tiene alrededor, a imitar al de al lado, a esperar turnos, a jugar en el mismo columpio o tobogán.
        -Cuando llegan a los tres años, aproximadamente, empiezan a cooperar, a repartirse papeles para realizar un juego simbólico. Unos quieren ser los médicos, las enfermeras, el papá, otras la mamá, etc.
            -Poco a poco van llegando los juegos con reglas, y por tanto los acuerdos y los diálogos.

Aspectos que debemos tener claros los adultos:

1.-Debemos jugar con nuestros hijos todo lo que podamos, adaptándonos a su edad, a sus posibilidades, realizándolo con paciencia y amor.
2.-Facilitarles sólo los juguetes propios de su edad y los medios para que jueguen.
3.-Si es posible, tendrán un espacio para jugar en la casa.
4.- Deben saber que el juego también tiene un final.
3.-Ir facilitándole nuevos juguetes y espacios según vaya creciendo en todos los aspectos.
4.-La sobreestimulación no es aconsejable, cada cosa a su tiempo y a su desarrollo.
5.-No debemos olvidar que el momento de la comida no es el momento del juego.
6.-Tenemos que cuidar el tiempo que le dejamos estar con la televisión, play station u otros juguetes tecnológicos.
7.-Los juguetes que le facilitemos tienen que ser adecuados a su edad y en la cantidad adecuada. Por más juguetes no juegan más ni aprenden más.


¡UN NIÑO SANO ES UN NIÑO QUE JUEGA!